Author: Papis
•10:09 a. m.
Hola chicos, ya estamos de vuelta. Regresamos fatigados de un largo y cortísimo viaje por tierras salmantinas. Una aventura digna de mención y merecedora de un largo post, como es este. Comenzaré por el principio e intentaré no extenderme demasiado poco.

Miércoles 6 de Diciembre de 2006, 08:15 horas, estación de autobuses de Bilbao, Termibus, Garellano. Nos reunimos en la estación los tres componentes de la expedición, I, E y N. Tras comprobar por duplicado que teníamos los billetes, y que no se nos olvidaba aparentemente nada nos disponemos a montar en el bus que nos llevaría hasta tierras salmantinas. El viaje se hizo más o menos corto teniendo en cuenta la ilusión con la que íbamos y no estuvo falto de escenas cómicas. Para comenzar, y nada más tomar la autopista, nos plantaron en las flamantes pantallas un bello screener con un audio inmejorable en sunrraund y una calidad de imagen entre verde lechoso y negro. (Para los novatos el screener es un tipo de piratería de video que consiste en ir con una camara al cine y grabar) El alto nivel de decibelios de la película nos impidió conciliar un sueño tranquilo. Sin embargo, N tuvo la mala suerte de que su billete tocase justo junto a una señora, que llamaremos X, que con gran ilusión le daba conversación y no solo eso sino que en el momento en que la conversación comenzó a aburrirle decidió dormitar sobre el hombro de N y darle codazos quizás soñando que eran colegas. Vamos, un viaje entretenido.

Ya una vez en Salamanca y llegados sanos y salvos, cogimos un taxi que nos llevaría hasta el Albergue "El Lazarillo de Tormes". Allí, E no podía contener su entusiasmo dada la gran calidad del lugar, camas con sábanas y un baño en cada habitación. Una vez de instalados y visto que eran ya casi las tres decidimos parapetarnos, armarnos con las cámaras de fotos y salir en busca de la arquitectura y la belleza mágica de Salamanca. Desde el albergue teníamos un bonito paseo ya que estábamos al otro lado del Tormes, y tras una buena caminata hicimos el primer stop para comer, en una tasca tipo pueblo tothepower con un menú consistente por solo 4,50€. Así que ya con el buche lleno finalizamos la caminata y llegamos por fin al lugar que más tarde nos sobrecogería totalmente, el centro histórico, la ciudad antigua de Salamanca. Nos dejamos perder por sus calles durante toda la tarde, la gran catedral, la universidad Pontificia, la universidad de Salamanca y su ranita, la casa de las conchas, el huerto de Calisto y Melivea, la plaza mayor... En la universidad, cuya fachada es impresionante, estuvimos buscando la famosa ranita, ya sabeis, aquella que si no encuentras pencas todos los exámenes, pues bien, la encontramos, y no os diré donde está en la fachada porque perdería su gracia, pero bueno, supongo que aprobaremos. Digamos que utilizamos toda la tarde para recorrer todo, sin pararnos demasiado, sin entrar a los sitios, solo viendo y dejándonos engullir. Fuimos al huerto de Calisto y Melivea, vimos a la Celestina y en la puerta, un hombre nos dió poesías que leímos mientras caminabamos por aquel bonito jardín. De camino por la ciudad pasamos frente al archivo de la guerra civil, ya sabeis, los famosos papeles de la discordia. Así que claro, tanto andar y tanta cosa, pues nos pilló la noche, y entró hambre, y qué mejor forma de quitar el hambre que parar en una chocolatería a merendar. Entramos en la Cohocolatería Valor y degustamos unos riquisimos Valorcaos (a temperatura de fusión del acero) y un chocolate con nata y bizcocho. Después de eso y entrados en calor volvimos al albergue para dejar las cosas y prepararnos para la noche. De noche fuimos a la Plaza Mayor y nos sacamos unas fotitos con el gran árbol de navidad que tenían allí instalado. La verdad que la tenían muy bonita decorada.
La noche salmatina, es genial que coño, en todos los bares te regalan cubatas, tu pides una ronda y con el ticket la siguiente te la regalan. Asi que claro, en dos bares la temperatura de Salamanca empieza a subir. Abriamos la noche en la Txupiteria, un lugar acogedor y bonito con una barra rectangular en medio en el que como su nombre indica solo servían chupitos la verdad, algunos muy buenos. Se nos hizo cortita, pero intensa y pisamos un montón de locales. En mitad de la noche nos cruzamos con un personaje que marcaría un momento en el viaje. El hombre, rubio con melenita, bufanda y demás parafernalia guirierasmus comenzó a intentar decir algo... mmmm...errrmmm..... oooorrr....ammmmm..... el tio no encontraba palabras en su gigantesco diccionario de castellano así que I le soltó la de errrm English? y al inglés que más tarde descubririamos que era holandés se le encendió una sonrisa y soltó la de " OOOOOHHH YEAHHHH!!!" Y el tio comenzó a preguntarnos donde estaba el pub Delicatessen y más movidas. Le indicamos más o menos y seguimos de farra.
Al albergue esa noche volvimos en taxi.
Al dia siguiente nos costó despertarnos y amanecimos a eso de la una del mediodia más o menos, así que nos dimos una duchita rápida, embucharnos en nuestras prendas de abrigo, y de nuevo a la gran ciudad esta vez sí, dispuestos a dejar plasmado en nuestras tarjetas de memoria todos los rincones de Salamanca. Volvimos a hacer el tour del día anterior, pero esta vez sacando fotos a todo lo que pillábamos. Entramos a la universidad y sencillamente nos fascinó, nos sacamos fotos a modo de estudiantes, nos dejamos engullir por la sabiduría que se respiraba, la cultura que se movía entre aquellos muros, la bellísima biblioteca antigua con unos libros que a más de uno le encantaría tener entre sus manos. Pisar las clases donde el señor Miguel de Unamuno daba clase y aquel aula en el que dijo aquello de "Decíamos ayer..." tras 4 años encarcelado. Visitamos la casa de Unamuno y nos deleitamos leyendo sus escritos viendo su biblioteca, su habitación, su "txapela de buen vasco" como nos explicaba la guía. Quién pudiese estudiar entre aquellos muros, quién pudiese remontarse a la época dorada de esa universidad. Se nos alargó la tarde más de lo normal y no pudimos volver al abergue para la noche así que nos quedamos directamente de marcha. Estuvimos dentro de la casa de las Conchas y había una exposición sobre el VIH muy pero que muy buena, y dedicamos gran parte del tiempo a verla. Luego, como no podía ser de otra manera nos fuimos a Valor otra vez a tomar un rico chocolate con churros. El primer local al que acudir era la chupitería, y para colmo, ¿quién estaba allí? El Netherlandes!!! U holandes!! Le saludamos, pero el tio en principio no nos conoció hasta que algo en su mente le mando una señal y se pegó un tortazo en la frente a modo de "Coño!! ya se quienes son" El tio se acercó y nos autoinvitamos entre todos a unas rondas para festejar el genial reencuentro. El tio de mientras nos contaba cómo había ido la noche anterior al Delicatessen a trabajar pero como había llegado demasiado borracho para realizar su trabajo le habían dicho que no volviera, así que el tio nos hizo un brindis para celebrar que en Salamanca había más sitios para trabajar. Las noches en Salamanca son bellas y preciosas, no solo por el tipo de juerga que hay, la gente es amable y te puedes hablar con quien quieras prácticamente en los bares. En uno de ellos estuvimos bailando con unas chicas que en principio no conocíamos pero bueno, E estuvo a punto pero una de ellas no quiso, y ya nos marchamos porque había un negro hinchado que bailaba sobre un barril que nos sonreía de manera extraña. En fin, historias de esas que ocurren en la noche salmantina.
El último día en Salamanca fue el viernes. Nos tuvimos que despertar más o menos pronto porque había que dejar el albergue antes de las 12:00 así que para las 11:30 ya estábamos fuera y tras dejar las maletas en consigna nos fuimos a aprovechar lo que nos quedaba de día en Salamanca. El autobus para Villarino salía a las 20:30 así que teníamos tiempo. Nos fuimos a comer a la estación de Vialia, no sin antes pasar por la Pulpería de Paco, lugar al que fuimos a comprar un jamón y del que salimos con una tarjeta del hombre que lleva la cooperativa. Comimos en la estación de tren de Vialia en el restaurante Tintin, en una mesa con cañero propio y televisión con Oliver y Benji y el Chavo del Ocho. Comimos bien y una vez acabados y con el buche lleno nos volvimos para la parte vieja dando un paseito y directos a la catedral. Esa tarde la dedicamos íntegra a verla por dentro, la nueva, la vieja, el museo, el claustro, la torre, todo todo todo. En la visita, I decidió probar la resistencia de las piedras del techo bajo de las puertas con su cabeza, y quedó comprobado que la piedra era consistente. Ya de vuelta a la estación de buses cogimos el bus de Villarino con un hornazo debajo del brazo para cenar aquella noche. (El hornazo es una especie de hogaza de pan rellena de jamón chorizo y lomo, delicioso vamos). Durante la espera para el bus, estabamos los tres sentados en uno de los bancos cuando E levantó el dedo y en nuestro asombro vimos como el amigo Netherlandes que buscaba información para qué diantres iban a hacer el sábado. El bus hacia Villarino fue como lo que describe mil veces J en su blog de El Hombre de Trapo (lo podeis ver en los links de la derecha). Un montón de viejetes agarrados a sus asas del asiento levantándose cada vez que el autobus aminoraba y una señora que no paraba de mirar a I su sudadera de dragón poniéndo caras raras como pensando si sería un psicópata homicida o algo así por el estilo.
Villarino de los Aires es un pueblo pueblo, pero que cuidado, pueblo pueblo pero con 8 bares y tres panaderías. Ah! Y dos bancos, pero creemos que son solo fachada. El pueblo era tranquilo y la verdad que los sitios para visitar alrededor eran geniales. COmo habíamos llegado tarde, dejamos las maletas en el albergue y nos fuimos a tomar unos cacharros por el pueblito. Ese día volvimos prontito y al día siguiente madrugamos un poquito (11:30) y nos fuimos a por unas napolitanas a una de las panaderías que nos habían dicho que las hacían artesanales y la verdad que estaban bien ricas! Luego nos fuimos al Teso de San Cristobal, una especie de risco de piedras con algunas gigantes que se sostienen sobre un solo punto y que si aplicas la suficiente fuerza en el lugar indicado se mueve como un balancín. El camino fue bonito y para las 16:30 más o menos estábamos de vuelta en el pueblo. Comimos unas tapitas en el Corchos (uno de los bares) a base de Bravas, croquetas y demás picatostes. Aprovechamos la tarde para darnos una vueltita traquilos por el pueblo y disfrutar de la tranquilidad que se respiraba, ver el Pozo Concejo, volver al mirador de la Falla y sacar unas últimas fotos. A la noche fuimos al mismo bar que la noche anterior y nos pusimos a jugar a un juego en el que el objetivo era lanzar una moneda de 20 centimos dentro de una estructura de vasos pero botando en la mesa Muy entrenido la verdad y divertido.
Y ya el final del viaje estuvo marcado por las prisas y los nervios de "Que perdemos el bus!" El autobus salís de Villarino a las 15:00 y nuestro bus de vuelta salía de Salamanca a las 16:00. Llegamos justos justos a la estación de buses pero a tiempo para coger el bus que nos trajo de vuelta a Bilbao.

La verdad que el viaje ha sido una pasada, lo hemos pasado fenomenal y hemos sacado ciertas cosas en claro.

1.Salamanca es una ciudad preciosa, tanto de día como de noche, pero más de noche. La magia de sus farolas, de sus calles de piedra, no tiene precio.
2.Las ranas pueden llegar a producir estrés traumático como le pasó a E, que no hacía más que ver ranas por doquier.
3.Eso de que regalen cubatas gratis por la patilla no está nada pero que nada mal.
4.El frio de Salamanca se lleva mejor que el de Bilbao.
5.Si te dejas la chamarra olvidada en el autobus tendrás que salir corriendo tras él para no perderla para siempre, verdad E?
6.El txapapote está que te cagas.
7.Nos quedamos sin probar las preñadas.
8.Se que faltan cosas pero es que no se puede plasmar toda la magia de una ciudad como esa en un solo post.
9.Da igual por qué calle vayas, da igual la dirección que tomes, el sirimiri de Salamanca siempre siempre y digo siempre irá contra tu cara.