•10:45 p. m.
Saludaciones mis buenos lectores, amigos, enemigos, compañeros, y demás especímenes que os pasais por aquí cada día.
Hoy hablaré sobre algo que a muchos de vosotros os parecerá impresionante, y a otros muchos os resultará algo más de la vida cotidiana. Nos centramos en el lugar preciso del espacio-tiempo para comenzar a contar la historia, es decir y como no podía ser de otra manera, San Mamés 13:30.
Una organización secreta de ingenieros y "proyectos de" se ha reunido en el aula del 'aparato de tubo catódico' de la universidad para tratar un tema de gran relevancia para el futuro del mundo. El petroleo se acaba, la energía eléctrica no tardará en desaparecer, pero el sol siempre estará con nosotros, ahí arriba en el techo del mundo. El objetivo de la reunión es analizar la nueva invención de uno de los poderosos sectarios, una gran caja de zapatos con "bisera" que convenientemente orientada hacia el astro rey es capaz de albergar en su interior a un montón de Kélvines todos juntitos, algo así como 473Kélvines. Mi mente no daba crédito a lo que se me contaba, ¿cómo era posible que en un espacio tan reducido cabiesen tantos Kélvines?
Mi asombro aún se hacía más intenso cuando el gran maestro explicaba cómo esos Kélvines eran capaces de cocinar ellos solos sin ayuda de nadie los más ricos bizcochos, pizzas o incluso palomitas de maiz. Mis ojos no daban crédito, pero era cierto, las imágenes daban fe de ello.
Una vez el maestro concluyó su explicación sobre las cajas de Kelvinitos se nos mostró otro gran invento, una gran antena que no sólo nos serviria para comunicarnos con todas nuestras congregaciones de fieles repartidas por el continente sino que, de nuevo ayudados por el astro rey, podríamos cocinar sobre ella a altísimas temperaturas. Increible. (Intenté llevar a cabo las explicaciones del maestro y coloqué una sartén esta tarde en la parabólica de la ventana sin resultados, todo seguía igual de frío y la sartén además cayó arrastrada por una fuerza que debió de inventar un tal Newton con tan mala pata que cayó sobre un vehículo creando en su choque una bonita niebla de partículas de cristal; estoy convencido que ha sido castigo divino por no haber aprendido bien las enseñanzas del maestro)
Así pués, una vez acabada la gran celebración y tras un apoteósico silencio en la ronda de dudas y preguntas, posiblemente causado por el respeto que tenemos hacia nuestro maestro, nos acercamos curiosos y con dedos largos y toqueteantes a comprobar por nosotros mismos cómo era cierto que esas cajas de zapatos, de tamaños variables eran ciertas y no eran hologramas ni nada por el estilo.
Perplejo y pensativo salí de tan gran clase maestra de sabios conocimientos y mis meditaciones me llevaron toda la tarde...
Nota aclaratoria: esas cajas eran hornos solares, y lo que aquí se cuenta es una historia digamos cómica de lo que ha sido una charla que ISF (http://euskadi.isf.es/) ha dado hoy en San Mamés.
Me despido una noche más mis amigos mortales... seguiré elucubrando sobre las enseñanzas del maestro...
Papis
Hoy hablaré sobre algo que a muchos de vosotros os parecerá impresionante, y a otros muchos os resultará algo más de la vida cotidiana. Nos centramos en el lugar preciso del espacio-tiempo para comenzar a contar la historia, es decir y como no podía ser de otra manera, San Mamés 13:30.
Una organización secreta de ingenieros y "proyectos de" se ha reunido en el aula del 'aparato de tubo catódico' de la universidad para tratar un tema de gran relevancia para el futuro del mundo. El petroleo se acaba, la energía eléctrica no tardará en desaparecer, pero el sol siempre estará con nosotros, ahí arriba en el techo del mundo. El objetivo de la reunión es analizar la nueva invención de uno de los poderosos sectarios, una gran caja de zapatos con "bisera" que convenientemente orientada hacia el astro rey es capaz de albergar en su interior a un montón de Kélvines todos juntitos, algo así como 473Kélvines. Mi mente no daba crédito a lo que se me contaba, ¿cómo era posible que en un espacio tan reducido cabiesen tantos Kélvines?
Mi asombro aún se hacía más intenso cuando el gran maestro explicaba cómo esos Kélvines eran capaces de cocinar ellos solos sin ayuda de nadie los más ricos bizcochos, pizzas o incluso palomitas de maiz. Mis ojos no daban crédito, pero era cierto, las imágenes daban fe de ello.
Una vez el maestro concluyó su explicación sobre las cajas de Kelvinitos se nos mostró otro gran invento, una gran antena que no sólo nos serviria para comunicarnos con todas nuestras congregaciones de fieles repartidas por el continente sino que, de nuevo ayudados por el astro rey, podríamos cocinar sobre ella a altísimas temperaturas. Increible. (Intenté llevar a cabo las explicaciones del maestro y coloqué una sartén esta tarde en la parabólica de la ventana sin resultados, todo seguía igual de frío y la sartén además cayó arrastrada por una fuerza que debió de inventar un tal Newton con tan mala pata que cayó sobre un vehículo creando en su choque una bonita niebla de partículas de cristal; estoy convencido que ha sido castigo divino por no haber aprendido bien las enseñanzas del maestro)
Así pués, una vez acabada la gran celebración y tras un apoteósico silencio en la ronda de dudas y preguntas, posiblemente causado por el respeto que tenemos hacia nuestro maestro, nos acercamos curiosos y con dedos largos y toqueteantes a comprobar por nosotros mismos cómo era cierto que esas cajas de zapatos, de tamaños variables eran ciertas y no eran hologramas ni nada por el estilo.
Perplejo y pensativo salí de tan gran clase maestra de sabios conocimientos y mis meditaciones me llevaron toda la tarde...
Nota aclaratoria: esas cajas eran hornos solares, y lo que aquí se cuenta es una historia digamos cómica de lo que ha sido una charla que ISF (http://euskadi.isf.es/) ha dado hoy en San Mamés.
Me despido una noche más mis amigos mortales... seguiré elucubrando sobre las enseñanzas del maestro...
Papis