Author: Papis
•11:08 p. m.
HOla chicos y chicas, ingenieros e ingenieras, damas y caballeros...

Hoy os traigo del baúl de los recuerdos una pequeña historia a modo de reflexión sobre lo corta que puede ser una vida y la brevedad de la misma. J, Don Diego Velasco me recordó quela tenía por ahí guardada ;)

BAILANDO EN LA OSCURIDAD

Oscuridad, solo veo oscuridad. Es pesada. Hace calor. No veo nada. A mi alrededor, solo negro. Ni siquiera penumbra, solo oscuridad. ¿Dónde estoy? Mis pies, ¿están ahí? No los siento, mis manos, las alzo y las acerco a mi cara. ¿Dónde están? No me tocan. La negrura sigue ahí. No cambia. Es agobiante. Corro, o por lo menos lo intento. ¿Qué pasa? No me muevo, o quizás sí, no lo sé. Todo es negro. No tengo referencias. ¿Qué es arriba? ¿Qué es abajo? Derecha, izquierda, adelante, atrás… Aquí no existen esos conceptos. Me giro, y el paisaje no cambia. Silencio, oscuridad. Grito y no oigo nada. ¿Dónde está mi cuerpo? Todo es silencio, silencio y oscuridad. Negro, negro, negro. Agobio, claustrofobia, miedo.

Oigo algo, un susurro, un zumbido. Es lejano. Apenas se distingue. Pero lo noto. Es… como… como el zumbido de una televisión encendida, o las lámparas fluorescentes cuando están encendidas. ¿De dónde viene? Siento miedo, sudo, pero, ¿tengo cuerpo? Estoy sudando, mojado. Me toco. No tengo ropa. Estoy desnudo. No veo. La oscuridad no cambia. Incluso diría que ahora es más agobiante. Bajo mis pies… nada. Alargo los brazos, no toco nada. Vuelvo a correr, muevo mis piernas. Ligereza. No hay oposición. Pero, no me muevo. O, por lo menos eso creo. ¿Estoy de pie? ¿Boca abajo? ¿Tumbado? Pero, ¿acaso eso tiene alguna importancia en este lugar? El zumbido se hace más fuerte. Lo noto. Me eriza los pelos de la nuca. Escalofrío. Ya no sudo. Tengo frío. Me froto para entrar en calor. El zumbido cesa. Otra vez el silencio. Silencio y oscuridad. Frío, frío, frío, mucho frío. Tiempo, tiempo, ¿existe el tiempo? Luz, un punto, luz, blanco, a lo lejos. Me ciega. No es más grande que la cabeza de un alfiler pero me ciega. Se hace más grande. ¿Estaré muerto? ¡¿Muerto?! No puede ser. Pero… siempre dijeron que verías una luz al final del camino. No puede ser. ¿Muerto? ¿Yo? No es posible, no puede ser. Tantas cosas por hacer, tantos sueños por ver cumplidos… y ahora… ya no hay tiempo para ello. Todo se acaba. ¿Qué sentido tiene esto? ¿Por qué a mí? Tantas cosas que tenía pensadas. Tantos planes. Tantos amigos. Ese beso que nunca di. Ese te quiero que te quise decir, pero la vergüenza me echó atrás. Ahora ya no hay tiempo. Ahora ya se ha acabado. Lo siento. Lo siento. Perdonadme por todo lo que no hice, y por todo lo que hice mal. Por esos momentos que os hice pasar mal. No puede ser. No puedo morir.

Oigo, ¿voces? ¿Qué dicen? Parecen preocupadas. No les entiendo. La cabeza, me retumba. Me duele todo, desde los pies hasta la cabeza. La luz, ahora lo cubre todo. Y de repente, se apaga. Y entonces lo veo. Es el cielo. Estrellas. Nubes. Y en mi espalda, frío. Ahora lo entiendo. Estoy tumbado en la carretera. El coche, lo veo. ¿eso es mi coche? La oigo, aún está sonando la canción, “I never thought, i’d die alone…”. Curiosa letra. Pero, ¿Dónde están mis amigos? ¿Muertos? No puede ser. Una sábana blanca a mi lado. Teñida de rojo por varias zonas. Él me lo avisó. No corras. No conduzcas. Has bebido mucho… Y ahora… solo muerte. Alguien dice algo, no le entiendo. ¿Vivo?,… ¿rápido?... Veo luces, cambian, se mueven. Rojo, naranja,… ¿Qué pasa? Me agarran, me levantan. ¿A dónde me llevan? Solo veo el cielo. Ahora oigo un grito. Una chica. Me suena su voz. Le conozco. Es…

Otra vez oscuridad. Todo se ha ido. No hay luz, ¿ruido?, nada. Solo silencio. Oscuridad y silencio. ¿Cuánto tiempo? No lo sé. ¿Mucho? ¿Poco? Qué más da. ¿Acaso importa? Otra vez ese zumbido. Muy lejano. Desaparece. ¡No!... vuelve. Ahora lo oigo. Ahora no. ¿Qué está pasando? La cabeza ya no me duele. ¿Los brazos? ¿Las piernas? Todo es calma. Silencio. Oscuridad. Ahora son voces. Hablan rápido. Lejanas. Nerviosas. El zumbido no me deja entender. ¿Rápido? ¿Doctor? ¿Quirófano?... ¿Dónde estoy? Otra vez el silencio. Y oscuridad. ¿Cierro los ojos? ¿O los abro? Es lo mismo. Nada cambia. Me cuesta pensar. Desorientado. ¿Caigo? Siento vértigo. Y entonces, un golpe. En el pecho. Como… una descarga. Otro. ¿Qué me pasa? ¡Otro! Y ahora la luz. Un foco sobre mí. Otra vez ciego. No veo. Es… tan blanco. Solo oigo. Cierro los ojos. “Está vivo” Pero,… ¿qué dicen? ¿No estaba muerto? “Ha faltado poco” “Es un chaval afortunado” “Estabilizadle” Abro los ojos. Un hombre vestido de verde me mira. Lleva guantes, ¿rojos? “Bienvenido al mundo txaval”. ¿Sonrío?
Papis
|
This entry was posted on 11:08 p. m. and is filed under . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.

1 comentarios:

On 8:24 a. m. , J. dijo...

Flipo, y cada día flipo más.
Madre mía, ya sabes que con eso podrías montar una religión ¿no? Además te forrarías.
No es que yo sea un gran escritor, ni siquiera considero que sea un escritor mediocre o mínimamente bueno, tan sólo un leve amago de aficionado a las letras, pero si te sirve un consejo no te repitas tanto. Cinco líneas después ya había quedado claro que ese tío tenía frío (un frío mazo mítico por otra parte).
Quita de ahí en medio cuatro párrafo de "menuda mierda tengo frío, que alguien ponga la estufa" y añade recuerdos de su vida, una retrospectiva de esas que se suponen que la gente ve cuando se va al otro barrio, añádele a este tío un motivo por el que luchar para salir del agujero y volver a la vida y quedará mejor. Es un opinión, igual estoy equivocado al 100% pero es como yo lo haría.